miércoles, 22 de junio de 2011

EL LLANTO. FALSA CREENCIA DE DEJARLES LLORAR.

Aquí os dejo retales de artículos que explican por qué no hay que dejarles llorar, y por qué hay que cogerles en brazos. Este es un tema que a mucha gente le preocupa sobre todo porque muchas veces en contra del sentido común parece que atendiendo a tu hijo rápido o cogiéndole en brazos estás cometiendo un delito más que ayudándole a ojos de muchas personas que consideran que este echo de coger al bebé en brazos es mala costumbre.
Además son bebés, y querer hacerles independientes desde el primer momento considero que es un gravísimo error.
"1----QUÉ HACER CUANDO LLORA 


A) Atenderle pronto 

El llanto
El llanto del bebé siempre responde a una necesidad, física o psicológica, que se debe procurar descubrir y satisfacer lo antes posible. El bebé se siente vitalmente amenazado cuando pierde el bienestar y, como la experiencia todavía no le ha enseñado que lo va a recuperar enseguida, no puede tener paciencia. 

Además de que siempre es más difícil calmar a un niño que lleva llorando mucho rato, al atenderle pronto no se le malcría, sino que, al contrario, se le demuestra que puede confiar en su propia capacidad para reclamar ayuda, y en que existe alguien dispuesto a brindársela, sentimientos básicos para el desarrollo positivo de su personalidad. Esto se demuestra muy pronto, porque los bebés que son atendidos rápida, cariñosa y eficazmente enseguida lloran menos. 

Desde luego, cuando más que llorar, gruñe o se queja, o si por la noche está lloriqueando entre sueños, conviene darle tiempo para que tenga la oportunidad de resolver el problema por sí mismo. Y en todo caso, se trata de rapidez, no precipitación ni alarma,especialmente si se va descubriendo que el niño es muy llorón y se desespera ante la menor incomodidad. 


B) Asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas 


El orden de este proceso variará según el tipo de llanto, las circunstancias en que se produzca y la experiencia previa de los padres; pero en general se debe empezar por comprobar que el niño no tenga hambre, frío, unos pañales empapados y sucios, o quiera compañía. Si parece que sólo necesita dormir, acostarle en su cuna; pero si el llanto empeora o a los cinco minutos no va cogiendo el sueño, volverlo a coger. 

Descartado el sueño y las necesidades básicas, la causa más probable del llanto es la tensión. Los bebés nunca lloran por llorar, pero es cierto que a veces sólo lloran para desahogarse y descargar el nerviosismo que han acumulado a lo largo del día (ruidos, excitación, un pañal demasiado tiempo mojado), de igual forma que los adultos se relajan y liberan energías, por ejemplo, haciendo deporte, a menudo gritando al golpear una pelota. Simplemente hay que tener paciencia. 


C) Cogerle en brazos 


El llanto
Es un error dejar de coger al niño en brazos por miedo a que se acostumbre mal. Encontrar atención y afecto cuando se está sufriendo tampoco es adquirir una mala costumbre, y el problema del niño que todo lo consigue llorando no se debe a que se le haya consolado cuando lo necesitaba, sino a que al hacerse mayorcito ha aprendido a utilizar el llanto como un arma, porque sus padres, "por no oírle", siempre han acabado cediendo a sus exigencias y consintiéndole lo que previamente le negaban. 

Sin embargo, tampoco es acertado hacer de los brazos el remedio universal y cogerle por sistema para que calle. Conviene no olvidar que el llanto es una forma de comunicación que no se debe reprimir, sino interpretar. Cogerle en brazos, pero no para acunarle ni mecerle intentando que deje de llorar como sea, sino para observarle y para tratar de averiguar lo que quiere, es una actitud mucho más acertada y eficaz. 


D) Descartar dolor y enfermedad 


Cuando el llanto persiste pese a que el niño parece tener satisfechas sus necesidades básicas (incluyendo la compañía) y no se le puede tranquilizar de ninguna forma, se plantea la posibilidad de que sea debido a dolor o enfermedad; esta duda genera a menudo una ansiedad que puede empeorar fácilmente la situación. 

Aunque el dolor les hace gritar de una forma característica, nunca está de más desnudar totalmente a un bebé inconsolable. Es posible que un pliegue de ropa le esté oprimiendo, o que la pinza del ombligo se haya puesto de punta y se le esté clavando, o incluso puede haberse pinchado con cualquier cosa. Tampoco es extraordinario hallar un pelo fuertemente enrollado alrededor del pie, o una hernia que abulta en su ingle. 

Respecto a los gases, hay tendencia a atribuirles más responsabilidad de la que realmente tienen. Cuando lloran, los bebés pueden encoger las piernas y tensar el abdomen sin tener problemas en él, y que con el esfuerzo del llanto se les escape alguna ventosidad tampoco significa necesariamente que ésa fuera su causa. 

En cuanto a las enfermedades, es evidente que si además de llorar el niño presenta cualquier signo de alerta (vómitos, diarrea, dificultad para respirar, palidez, somnolencia, fiebre, rechazo prolongado de alimento...), o sin saber precisar bien el motivo, los padres piensan que puede estar enfermo, la consulta es obligada y quizá urgente, especialmente si el llanto es débil y el bebé parece apagado. Es raro que el llanto sea el único síntoma de una enfermedad. Una excepción serían las otitis, pero no son frecuentes en los primeros tres meses y casi siempre coexisten con signos de resfriado. Incluso la invaginación intestinal, una enfermedad más propia del segundo semestre de vida, en la que un trozo del intestino se pliega sobre sí mismo como los tubos de un catalejo, y que produce unos episodios de dolor brusco e intermitente que se traducen en un llanto muy alarmante, se acompaña pronto de vómitos y de un aletargamiento progresivo. 

En todo caso, la ansiedad que se pueda generar en los padres es motivo más que suficiente para que el pediatra confirme la buena salud del niño. 


E) Intentar otros métodos para tranquilizarle 


El llanto
Siempre procurando mantener una actitud relajada y comunicativa, tratando de transmitir confianza y observando la respuesta del bebé, se puede ir probando el efecto de los distintos métodos que, con más o menos variantes, se han aplicado tradicionalmente para calmarles. 

Chupete: Casi resulta innecesario recomendar el uso de un objeto ideado precisamente para apaciguarles; pero conviene insistir en que los bebés necesitan succionar y en que el uso del chupete (o el dedo) es absolutamente normal. 

Movimiento: Muchos llantos acaban al acunar al niño en brazos o en una tumbona mecedora, llevándole a cuestas en la mochila o dándole un paseo en su cochecito o incluso en automóvil; pero conviene no abusar mucho de estos métodos, o al menos, procurar emplearlos para tranquilizarle y no para dormirle. 

Contacto: Algún bebé puede relajarse aplicándole un suave masaje con los dedos impregnados en un aceite o crema para su piel, y bastantes madres lo hacen de forma rutinaria para que duerman mejor. Más antiguo y en ocasiones de una eficacia sorprendente es envolver al bebé ciñéndole una manta de algodón al cuerpo durante un rato, lo que quizá le recuerde la sensación de seguridad que tenía al estar confinado en el vientre materno. 

Sonidos: Las nanas, la música suave y los latidos del corazón, pero también el ruido del mar y el de la lavadora o la aspiradora, probablemente por la similitud con los sonidos que percibía antes de nacer, pueden calmarle. 

Tiempo: Cuando el llanto es por tensión y el niño necesita descargar energía para relajarse y dormir, a veces lo único que se puede y debe hacer es dejarle llorar. 

No conviene insistir demasiado con un mismo método; si no funciona, más vale probar otro (y empezar a pensar en pedir ayuda).


F) Mantener la calma 


El llanto
La naturaleza ha hecho que el llanto de los bebés sea inquietante y desagradable para los adultos, para asegurarse de que sean rápidamente atendidos por ellos. De ahí que cuando el hijo no para de llorar, a la preocupación natural por su bienestar y a la frustración que se siente por no saber cómo consolarle, se añada a veces cierta angustia. 

Pero el bebé es muy sensible a la tensión ambiental y percibe el estado de ánimo de la persona que le cuida, con lo que se cierra un círculo vicioso que puede prolongar la situación hasta el agotamiento: el llanto del niño angustia a los padres, que tratan de calmarlo apresuradamente, probando con ansiedad una cosa tras otra y no logrando más que asustarle y hacerle llorar más. 

Pensemos que cuanto más se mantenga la calma y se acepte el llanto del bebé mientras se busca remedio manipulándole con suavidad, más pronto se tranquilizará. Y si cualquiera que cuide al niño nota que está a punto de perder los nervios, debe pedir ayudainmediatamente para los dos. No es raro que el bebé se calle casi inmediatamente ante la nueva cara y trato de un familiar o amigo (o del otro miembro de la pareja si no se hallaba en esa situación), y que eso permita a todos descansar y recuperar la tranquilidad. 

En este sentido, es importante poder disponer de ayuda y saber pedirla y disfrutarla sin complejos de ningún tipo. Hasta hace no demasiado, los cuidados del bebé eran compartidos por numerosos miembros de la familia, y si actualmente recaen en una pareja o en una sola persona que no puede descansar adecuadamente, es difícil que afronte y resuelva satisfactoriamente situaciones como la planteada por el llanto del niño. "


2----CUIDADOS BEBÉ
La importancia de cogerle en brazos
Bebés-Cuidados bebé


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Coger en brazos al bebé y darle mimos
Coger en brazos al bebé y hacerle "mimos" es muy importante para su autoestima y su salud emocional, aunque algunas teorías arcaicas digan lo contrario. La psicóloga Cristina Silvente nos ofrece un interesantísimo artículo.


A cualquier madre padre algún familiar o la vecina o la señora por la calle le habrá dejado caer la recomendación: “no cojas al bebé en brazos que se malcrían”. Esto no es sólo imposible en bebésque no caminan (cómo lo hacemos para darles de comer siquiera), sino que no se basa en ninguna evidencia científica; es más, no cogerlos podría ser perjudicial para su desarrollo psicológico.

Desde hace décadas, se conocen los efectos del déficit de contacto físico en bebés, especialmente en orfelinatos y en bebés ingresados. Se conoce como la Teoría del Apego, desarrollada por autores como John Bowlby, Harry Harlow, Mary Ainsworth, entre otros. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño/a con sus cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buendesarrollo de la personalidad. Habla de la necesidad de bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos, protegido y cuidado.
Para quien quiera profundizar más, El Amor Maternal de Sue Gerhardt tendría que ser su libro de cabecera. Gerhardt afirma, en base a los conocimientos de neurociencia, que “el bebé, para su desarrollo, no necesita ayudas pedagógicas o culturales, sino que es más apropiado, simplemente, cogerlo en brazos y disfrutar de él”. Las áreas del cerebro que en el futuro serán responsables del comportamiento social, la regulación emocional, el afrontamiento al estrés se desarrollan durante los tres primeros años de vida. Según hayan sido sus cuidados, lo harán normalmente o de forma deficitaria con implicaciones en su conducta social y su salud mental futura. “Las primeras fuentes de placer son el olfato, el tacto y el oído. Sentirse amorosamente en brazos del progenitor es el estímulo más importante para el desarrollo”. Las caricias ayudan a regular el sistema nervioso del bebé. También las miradas son importantes. Según Allan Schore, experto en trauma y alteraciones afectivas, las miradas positivas son el estímulo más importante para el crecimiento de la inteligencia social y emocional del cerebro. Un gran número de experiencias positivas en los comienzos de la vida da lugar a más conexiones neuronales, es decir, mayor rendimiento y habilidad.

Por otro lado, separarse del bebé puede ser una gran fuente de estrés.Dejar llorar a los bebés y no cogerlos sistemáticamente puede ser una fuente de trauma e impedir que se desarrollen estas áreas cerebrales, pudiendo provocar niños más dependientes, con más dificultades de autorregulación, menos capacidades de afrontamiento a situaciones de estrés, menor seguridad en sí mismos.
Son muy interesantes intervenciones en prematuros como el Método Madre Canguro que se está desarrollando en algunos servicios de neonatología de nuestro país. El libro de Adolfo Gómez-Papi “El poder de las caricias” puede ser un buen complemento.
Desde la Antropología, la Medicina y la Psicología se está dando cada vez más importancia al contacto piel con piel, al llevar a los bebés en brazos o en portabebés, a atender su lloro, más allá de si tiene hambre, sed, tiene el pañal sucio, tiene frío o calor.

Por último decir que en mi consulta, igual que en las de mis compañeras de profesión, las personas a las que atiendo no se quejan de que sus padres los malcriaron por cogerlos en brazos, sino más bien todo lo contrario, de que no les cogían, no los abrazaban, no los atendían afectivamente. Un porcentaje altísimo de personas en consulta psicológica han tenido cuidadores que no les han sabido o no les han podido atender en esta faceta.
Por lo tanto:

•    Coge a tu hijo en brazos siempre que puedas, o que te lo pida, dé señales o tú lo veas.
•    Los masajes, el piel con piel, ayudan a su desarrollo psicofisiológico.
•    Mírale con ojos amorosos.
•    Estar cerca le ayuda a crear seguridad e independencia y capacidad para poder explorar más adelante su ambiente.
•    Los bebés siempre lloran por alguna razón, necesitan ser atendidos lo antes posible.
Psicóloga perinatal
Cristina Silvente
Psicóloga de la Salud y Perinatal

www.cristinasilvente.com
http://psicoterapiaperinatal.blogspot.com


















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